El Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania y uno de los más importantes de Europa, está atravesando una grave crisis que ha provocado una fuerte caída de sus acciones y un aumento del riesgo de impago de su deuda.
Los problemas del Deutsche Bank no son nuevos. Desde la crisis financiera de 2008, el banco ha sufrido pérdidas millonarias, escándalos de manipulación de mercados, multas regulatorias, demandas judiciales y una profunda reestructuración que ha supuesto el recorte de miles de empleos y el cierre de sucursales.
Sin embargo, la situación se ha agravado en las últimas semanas por varios factores que han erosionado la confianza de los inversores en la entidad. Uno de ellos es el temor a que el banco se vea afectado por la crisis de Credit Suisse, el segundo mayor banco suizo, que ha anunciado pérdidas multimillonarias por su exposición al fondo Archegos Capital Management, que se declaró en quiebra tras una apuesta fallida en el mercado de valores.
El Deutsche Bank tiene un perfil de clientes similar al de Credit Suisse, orientado a los grandes patrimonios y a las fortunas de Oriente Medio, y comparte con él al fondo soberano catarí como uno de sus principales accionistas. Además, ambos bancos han sido rivales históricos en el negocio de la banca de inversión, donde el Deutsche Bank ha perdido terreno en los últimos años.
Otro factor que ha generado desconfianza es la decisión del banco de recomprar bonos subordinados por valor de 1.500 millones de dólares con vencimiento en 2028. Estos bonos son instrumentos de capital que refuerzan la solvencia del banco, pero que también implican un mayor riesgo para los inversores, ya que en caso de quiebra o rescate se pueden convertir en acciones o perder todo su valor.
El banco ha asegurado que cuenta con todas las autorizaciones regulatorias para realizar esta operación, que tiene como objetivo reducir su coste de financiación y demostrar su fortaleza financiera. Sin embargo, algunos analistas han interpretado este movimiento como una señal de debilidad o desesperación, ya que implica reducir su colchón de capital y asumir un mayor riesgo.
La reacción del mercado ha sido negativa. Las acciones del Deutsche Bank se han desplomado más de un 14% en la bolsa de Fráncfort este viernes, hasta situarse en 8,5 euros, su nivel más bajo desde octubre. Los seguros de impago sobre su deuda (credit default swaps) han escalado hasta los 500 puntos básicos, lo que significa que para asegurar una deuda de 100 millones de euros hay que pagar una prima anual de 5 millones.
La caída del Deutsche Bank ha arrastrado también al resto del sector bancario europeo, que ha registrado fuertes pérdidas en las bolsas. El índice Euro Stoxx 600 Banks, que agrupa a los principales bancos de la región, ha caído un 4,6%. Entre los más afectados se encuentran el Commerzbank, el segundo mayor banco alemán, que se ha hundido un 9,3%, y el UBS Group, el mayor banco suizo, que ha retrocedido un 7%.
La situación del Deutsche Bank preocupa no solo por su tamaño e importancia dentro del sistema financiero europeo, sino también por su elevada interconexión con otros bancos y agentes económicos a nivel global. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Deutsche Bank es el banco más sistémico del mundo, es decir, el que podría causar un mayor impacto negativo en caso de colapso.
Por eso, las autoridades alemanas y europeas siguen con atención la evolución del banco y tratan de transmitir un mensaje de