El martes 11 de abril de 2023 será un día histórico para los trabajadores chilenos. La Cámara de Diputados aprobó por amplia mayoría el proyecto de ley que reduce la jornada laboral máxima de 45 a 40 horas semanales, cumpliendo así una de las principales demandas sociales del país.
La iniciativa, que había sido presentada en 2017 por las entonces diputadas comunistas Karol Cariola y Camila Vallejo (hoy ministra vocera del gobierno de Gabriel Boric), contó con el respaldo de parlamentarios de distintos sectores políticos, luego de que se acordaran algunas modificaciones al texto original.
Entre ellas, se estableció un proceso de gradualidad para la implementación de la nueva jornada, que se hará efectiva en un plazo de cinco años desde su publicación como ley en el Diario Oficial. Así, al año se reducirá la jornada a 44 horas semanales, a los tres años a 42 horas y a los cinco años a 40 horas.
Además, se contempló la posibilidad de trabajar cuatro días y descansar tres, siempre y cuando se respete el límite máximo de horas semanales. También se limitó el número de horas extras permitidas a cinco por semana, en lugar de las 12 actuales.
La ley también prevé un régimen especial para los sectores que requieren jornadas laborales extraordinarias, como el minero o el de transporte. En esos casos, se podrá trabajar hasta 52 horas por semana, siempre y cuando luego se tengan una mayor cantidad de días libres para compensar.
El objetivo de esta reforma es mejorar la calidad de vida de los trabajadores chilenos, que actualmente tienen una de las jornadas laborales más largas del mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el promedio anual de horas trabajadas en Chile es de 1.974, muy por encima del promedio mundial (1.776) y del promedio latinoamericano (1.846).
Con esta ley, Chile se convierte en el segundo país de América Latina, después de Ecuador, en aprobar la semana laboral recomendada por la OIT. Además, se alinea con la mayoría de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), donde también está vigente la jornada laboral de 40 horas.
Los defensores del proyecto argumentan que una menor jornada laboral no solo beneficia a los trabajadores, sino también a las empresas y a la economía en general. Según ellos, una mayor flexibilidad horaria permite conciliar mejor el trabajo con la vida familiar y personal, lo que reduce el estrés, mejora la salud mental y física, aumenta la productividad, la creatividad y la innovación, y fomenta el consumo y el turismo.
Los detractores del proyecto, en cambio, sostienen que una menor jornada laboral implica un mayor costo para las empresas, que tendrán que contratar más personal o invertir en tecnología para mantener su nivel de producción. Según ellos, esto podría afectar negativamente al empleo, al crecimiento económico y a la competitividad del país.
La discusión sobre los efectos reales de la reducción de la jornada laboral aún está abierta y dependerá en gran medida de cómo se implemente y se adapte a las distintas realidades del mercado laboral chileno. Lo cierto es que se trata de un cambio profundo y esperado por muchos trabajadores, que abre un nuevo escenario para el mundo del trabajo en Chile.