La danza ritual de los Voladores de Papantla es una de las expresiones culturales más emblemáticas de México. Se trata de una ceremonia milenaria que busca honrar a los dioses y pedir por la fertilidad de la tierra y la vida. Los protagonistas de este rito son cinco hombres que se elevan por el aire desde un mástil de más de 20 metros de altura, mientras uno de ellos toca un tambor y una flauta en la cima.
El origen de esta tradición se remonta al año 600 a.C., cuando los pueblos originarios del Totonacapan, en la costa norte de Veracruz, sufrieron una fuerte sequía que amenazaba su supervivencia. Los sabios de la comunidad encomendaron a cinco jóvenes castos que buscaran el árbol más alto del bosque y lo cortaran con el permiso del dios de la montaña. Luego lo trasladaron al pueblo y lo plantaron nuevamente, haciendo ofrendas de flores, tabaco, copal y aguardiente. Los jóvenes treparon al árbol y se lanzaron al vacío, girando en el aire y representando los cuatro puntos cardinales y el centro del universo. Los dioses quedaron complacidos con el ritual y devolvieron la lluvia.
Actualmente, los Voladores de Papantla siguen practicando su rito en diferentes comunidades de Veracruz, así como en otros estados del país y Centroamérica. Además, han incorporado a niñas y mujeres en el vuelo, rompiendo con el tabú que las excluía por considerarlas impuras o de mal augurio. Esta iniciativa surge desde la Casa-Escuela de Voladores del Centro de las Artes Indígenas y sus sedes comunitarias de Ojital Viejo (Papantla), Zapotal Santa Cruz (Tihuatlán) y Arenal (Coxquihui), donde se forman más de 160 aprendices, 10 de ellos mujeres.
Según Cruz Ramírez Vega, coordinador de la Casa-Escuela, la inclusión femenina busca fortalecer el respeto a los derechos humanos y a la equidad de género, así como preservar la danza ritual como una expresión viva y dinámica. Las mujeres voladoras han demostrado su valentía y su compromiso con su cultura, enfrentando los prejuicios y las dificultades que implica esta actividad.
Los Voladores de Papantla son un ejemplo de cómo una tradición ancestral puede adaptarse a los tiempos actuales sin perder su esencia ni su significado. Su danza ritual es un testimonio de la riqueza cultural y la diversidad étnica de México, así como un homenaje a la naturaleza y a la vida.