Durante muchos años se nos dijo que debemos consumir lácteos para mantener nuestros huesos y dientes sanos. Tal parece que esta era una información errónea. Y que las empresas de lácteos pusieron mucho para difundir ese mito. Los biólogos por su parte afirman que la única leche que el ser humano necesita es la leche materna en el primer tiempo de vida. Luego de allí, el ser humano no tiene por qué estar quitando la leche a otros animales, pudiendo vivir perfectamente sin ella. El calcio indispensable para la salud puede encontrarse también en col, brócoli, espinacas, vegetales verdes, huevo y jugo de naranja principalmente.
Recientes investigaciones han encontrado que el consumo constante y por años de lácteos está asociado a problemas de salud graves como cáncer, obesidad, osteoporosis, alergias y problemas digestivos, entre otros. Estas investigaciones provienen de universidades de prestigio.
A esto se suma que mucha gente es intolerante a la lactosa sin saberlo, produciéndoles gases, diarrea y trastornos digestivos, los cuales no son una enfermedad, sino una condición de rechazo natural.
La leche de vaca tiene caseína, una de sus proteínas, sustancia muy densa que nuestro organismo no puede eliminar y que impide la absorción de nutrimentos y ocasiona problemas inmunológicos, alergias y asma. También está asociada a otras enfermedades como colitis, acné, caries, enfermedades del riñón y lo más grave: al cáncer de próstata, mama y ovarios.
Datos del Instituto Nacional de Cáncer, publicados por la Universidad de Oxford confirman la relación entre los lácteos y estos tipos de cáncer. Y hacen notar que los países con menor índice de cáncer, como China, consumen lácteos.
Dejar de consumir lácteos no solo te hará bajar de peso, sino te mantendría en mejor estado de salud. Las mejorías serían notables en la piel, los niveles de colesterol y el rendimiento físico.
Se recomienda por lo tanto sustituir las leches animales por leches vegetales como de soya o almendra.
En todo caso, puede darse leche de vaca, siempre ultrapasteurizada para evitar infecciones gastrointestinales graves, a los niños y adolescentes, para ayudar al desarrollo de huesos y dientes. Pero, ya entrando la adultez, es buena idea sacarla de nuestra dieta, no sólo por problemas éticos relacionados con los derechos animales y ambientales (la producción mundial de leche está asociada a daño de ecosistemas), sino por estricta salud. Eso es algo que incluso recomiendan los nutriólogos del sistema de salud médico del Gobierno Federal de nuestro país.